'La resiliencia reinante', texto acerca de la película '12 Years a Slave', de Steve McQueen
La resiliencia reinante
La grandeza de 12 Years a Slave, de Steve McQueen, no se debe al homenaje que le hizo la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas al otorgarle, en el 2013, tres estatuillas doradas por Mejor Guion Adaptado, Mejor Actriz de Reparto y Mejor Película, ni tampoco por contar con un grupo de actores profesionales y de gran trayectoria en el mundo del cine: Brad Pitt, Paul Giamati, Benedict Cumberbatch, Chiwetel Ejiofor, Lupita Nyong’o, entre otros, sino al hecho de ser capaz de crear un mundo agridulce, muy cercano al real, en medio de plantaciones de algodón, música góspel, rupturas, cavilaciones y demás aspectos que, durante siglos, han sido la constante de la humanidad en diferentes regiones no solo de Estados Unidos, sino también de otros países. El gran logro de 12 años de esclavitud es que, pese a que se centra en un relato escrito por Solomon Northup, su historia logra conmover, cautivar y generar todo tipo de comentarios en diferentes culturas y ámbitos, porque más que ser una historia sobre la esclavitud reinante en el siglo XIX, es una historia humana y esta logra generar una conexión inmediata, que se niega a perder vigencia y actualidad.
Este filme, basado en una historia real, como se anuncia desde el comienzo, ofrece grandes riquezas sensoriales al espectador: desde la música que acompaña el ejercicio diario de recolectar algodón, los bailes que muestran su identidad cultural, así como su idiosincrasia y la maravillosa naturaleza que, por momentos, es colorida y fértil; y en otros, totalmente opuesta. Esos altos y bajos que se evidencian en el transcurrir de la vida de Solomon Northup, también se experimentan al contemplar la naturaleza que, pese a sufrir las inclemencias del tiempo, logra sobreponerse. De ahí que, de todos los aspectos que ofrece esta película, sea meritorio destacar también esa capacidad de resiliencia que posee el protagonista, al no sucumbir ante los azotes e incomprensión de una sociedad cómplice que ve lo que sucede, pero que no decide actuar en pro del otro. Finalmente, su talento para el violín es una pequeña tabla de salvación, en medio del caos, así como su formación académica, el saber hablar y tener inteligencia y tacto para adaptarse a diferentes ámbitos. Es así como su mente se convierte en su gran riqueza, que logra devolverle sus sueños.
Afiche creado por Claudia Arenas
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