Eduardo Esparza, un tejedor de imágenes

Eduardo Esparza, un tejedor de imágenes


“Tejiendo memorias, destejiendo olvidos”, del artista plástico Eduardo Esparza, es un homenaje a la experiencia vital del artista, aquel que no cae en situaciones banales, sino que con el pasar ineludible del tiempo, encuentra en el arte su mejor y más lograda manera de abrir un espacio, uno que invita al espectador a realizar un periplo entre la memoria y el olvido, esa dicotomía que es el sendero por el que permea la historia de una nación, de un ciudadano y de todo ser humano.


Esta exposición, que estará del 14 al 30 de marzo en las dos salas del Museo de Arte Moderno de Bucaramanga, como relata el maestro Esparza: “tiene que ver con mis tres últimas series: ‘Visibles’, ‘Memoria’ y ‘Desentierros’”.  En esa construcción de la verdad, sus obras son detonantes de procesos introspectivos que invitan a reavivar la imagen de la memoria.  No es válido que todos los hechos que el país ha vivido en las últimas décadas caigan en el olvido. Es por ello que sus óleos sobre lona, colografías, serigrafías, aguafuertes y dibujos se erigen como esas figuras que son evidencia tangible de una nación que aún no despega, que, infortunadamente, ha perpetuado el caos y la barbarie, generación tras generación, ante la mirada cómplice de todos.  Es así como su impecable obra, además de poner en evidencia, su incuestionable maestría del oficio del artista, permite hacer visible su lectura crítica del país.  

Las treinta y tres obras que conforman “Tejiendo memorias, destejiendo olvidos” son construcciones que son fruto de la grandeza de un artista que, con esa contemplación centrada en la naturaleza, ha logrado trascender y generar arte que comunica, que sensibiliza y que sacude al espectador.  Su “mixtografía” se compone de escenas que oscilan entre dos conceptos abstractos, mediados por la palabra. Esa palabra que el maestro Esparza pinta con seres, con disecciones de otras épocas, con esa condición existencialista y analítica de un grande, quien, a través de logradas metáforas, revive imágenes y ámbitos.  


El acto íntimo y personal de la lectura, al igual que el de tejer, es esa acción infinita, al mejor estilo de aquel célebre personaje de Homero, que deja sus marcas y que hace consciente el acto de vivir y de tener un sentido en este mundo.  Su “caligrafía interior” convoca y revalida el verdadero sentido del artista: ser voz en el tiempo.


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